Miércoles, 15 de julio de 2015
Ponce, Puerto Rico
Una tarde de poesía y música en vivo en Lydia’s
Café
Por Ketsia Ramos (Warmy Sumaq)
-“En
mi cuarto solo queda la interrogativa
si
vivir dentro de una canción puede cambiar mi vida”.
Su mejor juguete
(Carlos
Javier Mercado)
Sea en canción, en melodía o en
verso, la existencia se convierte en vida cuando está rodeada de arte. Son esos
ratitos los que nos devuelven la humanidad y nos hacen sentir más plenas. Pero
a veces ni eso es suficiente. Es necesario entonces alejarse del cemento, los
semáforos y de la vida a toda prisa, para adentrarse en la calma de la
naturaleza y las buenas vibras. ¡Qué alegría saber que eso aún está a nuestro
alcance! El pasado sábado, 11 de julio de 2015, fui invitada a Lydia’s Café junto
a la escritora Alexsandra García y al cantautor Carlos Javier Mercado. Al
momento de escribir esta reseña, pude notar lo difícil que era describir una
tarde tan mágica como bien dijo Carlos Javier: “no tengo otra manera de
describir lo mágico de esa tarde. Fuimos individuos pretendiendo vivir dentro
de una poesía o una canción y, al fin y al cabo, creo que lo logramos. El lugar
en sí ya es poético y nosotros, el eco dentro de la poesía. Ver la
transformación de estas jóvenes y grandes poetas mientras declamaban, me hizo
notar que ya no eran ellas, eran la poesía. Ellas se encontraban manejadas,
controladas, poseídas por los versos que ellas mismas habían creado. Pero no
hay espectáculo de esta gran magnitud emocional sin el público adecuado. Quienes
nos acompañaron hicieron suyas las pasiones, emociones e inquietudes de sus
autores y autoras. Nos dieron espacio en
su camino para dejar nuestra propia huella.”
El acogedor local se encuentra
ubicado en la ruta hacia Jayuya entre los frescos vientos del centro de la
isla. ¡Y qué mejor ambiente que ese! Recitamos al verde horizonte nuestros
versos y disfrutamos de buena comida, excelentes compañías y maravillosa
atención. “Fue un momento tan pleno y, a la vez, tan sencillo que se convirtió
en todo lo que necesitábamos para animarnos y sentirnos felices. La vibra, la
gente dispuesta, las personas atentas, los aplausos a nuestro arte, el
ambiente, la vista… Todos nos sentimos plenos ese día, artistas y
participantes”, muy acertadamente afirmó Alexsandra. En nombre de todas las
personas que disfrutamos de la actividad, agradezco al personal de Lydia’s Café
por brindarnos un espacio y por tener fe en nuestro talento. La actividad no
culminó al partir de allí rumbo a nuestros hogares: dejamos un poco de nuestro
ser en los parajes adjunteños porque mientras haya una musa, habrá un espacio
para la poesía, el arte y la vida misma. Parte de nuestra musa permanece
ineludiblemente en aquel rústico balcón haciendo eco en el horizonte.
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