Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2016

Entre estaciones

Desdén a las manos que me tocan sin yo querer. A esas manos que apresuradas se estorban conmigo en su ruta hacia las manillas o el pasamanos. Salir tarde de la universidad siempre tiene su precio y más cuando se está cerca de Baquedano. El espacio siempre es poco cuando más cansada se está. Y poco es el ánimo de aguantar el empuje de los apresurados de siempre. ¡Cuántos ojos habré esquivado cuando el rostro es inevitablemente cercano! Hoy, súbitamente, entre tantas fechas de entrega, preocupaciones familiares y demás banalidades, me pregunté el por qué del horror en el metro. ¿Porqué el acercamiento es tan ominoso? Si el cuerpo no es más que pedazos de materia, igual al resto de los objetos que nos inundan, las pantallas que nos consumen y lo que nos cubre y descubre a diario. ¿Porqué esquivarse? Acaso nos esquivamos por la maldita costumbre a la fragmentación, por la negación de lo nuestro en el Otro. Heme aquí en el mismo tren de siempre a la misma hora de los eternos nunca q

Monólogo de la Masacre

-A mi Redentor ¿Quién diría que 79 años pasarían tan rápido? Lo olvidamos todo y nos conformamos ahora con pesares que nada tienen que ver con la angustia. A mí también me acribillaron y estando lejos es cuando más siento las balas. Víctor Jara me lo recordó esta vez. El lamento borincano aún se escucha tímido, y teñido en sangre se desliga de la memoria. Ya no tenemos rostro. ¿Qué ha de suceder con lo poco que queda si no recordamos el camino de vuelta? (Ese que tú bien nos señalaste.)  Yo solo recuerdo mi Palmita antes de la Masacre, tan calurosa como siempre. Recuerdo a mami bebiendo agua de coco en el balcón y a mis primos corriendo mientras jugaban al "un, dos, tres, pejca'o". Era posible ser feliz estando en la miseria porque nos teníamos entre nosotros. Pero un rumor de arena invade el resto mnémico y solo siento el calor de las piedras en mis piececitos que siempre anduvieron descalzos. Frente a mí los tubos de acero, la fatiga, el encierro de qui

Lente adentro

Lente adentro hay una ilusión, algo de lo imaginario que se impone en la realidad simbólica para resignificar los objetos a nuestro modo. He aquí la fascinación de quien ve con ojo de asombro la cotidianidad cartesiana. He aquí lo maravilloso revelado por un lente que no sabe de asombro, ni de mentiras, ni de verdades, solo de mundos superpuestos amalgamándose en la historia.