-A mi Redentor
¿Quién diría que 79 años pasarían tan rápido?
Lo olvidamos todo y nos conformamos ahora con pesares que nada tienen que ver con la angustia. A mí también me acribillaron y estando lejos es cuando más siento las balas. Víctor Jara me lo recordó esta vez.
El lamento borincano aún se escucha tímido, y teñido en sangre se desliga de la memoria. Ya no tenemos rostro. ¿Qué ha de suceder con lo poco que queda si no recordamos el camino de vuelta? (Ese que tú bien nos señalaste.)
Yo solo recuerdo mi Palmita antes de la Masacre, tan calurosa como siempre. Recuerdo a mami bebiendo agua de coco en el balcón y a mis primos corriendo mientras jugaban al "un, dos, tres, pejca'o". Era posible ser feliz estando en la miseria porque nos teníamos entre nosotros. Pero un rumor de arena invade el resto mnémico y solo siento el calor de las piedras en mis piececitos que siempre anduvieron descalzos. Frente a mí los tubos de acero, la fatiga, el encierro de quien sentíamos Redentor. Después de vieja supe que lo sometían a radiación.
Nunca olvidaré el último quejido que se le escapó. Fui yo quien le avisó que había comenzado la matanza.
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