Lloro. Apenas me detengo en una luz roja y todo el peso del mundo se arroja sobre mí. Lloro por la angustia de saber qué será de abuela mañana, por mi madre sufriendo, por mi situación económica, por la crisis en mi isla, por mi pobre patria, por la gente que está peor que yo, por las personas deambulantes, por las familias que no tienen qué comer, por esta maldita realidad que me agobia. Lloro de impotencia por no poder vivir del arte, por no conseguir paz y sosiego ni algún lugar al cual huir. Lloro por tanta enajenación isleña, por querer ayudar a las comunidades, por saber que casi todo pende del dinero que no tengo. Lloro por saber que estoy tan desgarrada, dolida y muerta. Lloro por no quitarme la vida. Lloro por lo mierda que es vivir dentro de esta mustia carne. Lloro porque no me queda otro remedio. Lloro con lágrimas que hace mucho se han secado.