Big Bang Art
Todos comenzaban relatando el principio que nunca existió.
Siempre estuvo ahí el espacio, las almas,
el cuerpo… No hubo principio de fuerzas extraterrestres u omnipresentes que
hicieran las maravillas de la física y el universo. Todo existía sin vida,
muerto e inútil desde eternidades inmemorables.
Pero en el día en el que no existía
numeración, ni historia, ni cuentos, ni retratos viejos; entonces, existió el
Arte. En ese día que no era día, sino tiempo sin futuro, sin relojes… surgió
sin explicaciones, sin evidencias, sin bocas, sin humanos, sin dientes, sin
manos. Y en la imperiosa necesidad de manifestarse, se convirtió en tigresa, en
loba, en oso, en diamante, en río, en nube…
Y nunca fue nada, sino todo. Todo era el
Arte, el Arte eternamente transformado, eléctrico, omnipotente, inevitable.
Aún así no fue suficiente. Luego, sin
saber cuánto tiempo había transcurrido, sin saber si era día, noche, tarde o
algún otro cajón del tiempo imperfecto, se sintió raíz de una mujer.
Allí encontró cabida para siempre… y de la
mujer surgió el final: el hombre.
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