Caminante, no hay camino
se hace camino al andar...
-Antonio Machado
Quizá estas son unas palabras muy viciadas, repetidas y citadas por una infinidad de veces, pero no hay verdad más cierta que esta. Experimentar la vida desde el extranjero es una manera de redescubrir nuestro país. Una vez te encuentras fuera, en lo que a veces suele ser un exilio obligatorio, cuestionas tu vida, tus costumbres, tu forma de mirar, tu existencia en general y es cuando te das cuenta que queda tanto por descubrir, que te sientes tan ínfimo y tan pequeña en esta vida que en ocasiones se vuelve obsoleta. Encontrarte fuera de tu territorio ancestral es saberte mirar en otros rostros que ya no son los mismos pero que hace mucho eran tuyos sin saberlo; hace mucho eras otredad porque todos somos extranjeros en esta vida.
Si bien me embargó una nostalgia inmensa, algo así como una dulce tristeza al partir de Puerto Rico, con tan solo aterrizar en territorio chileno algo dentro de mí me decía que sería una nueva vida, una nueva etapa que me devolvería las fuerzas y, en efecto, esto es casi un sueño. Lloro al escribir estas letras y no puedo concebir que esté aquí, donde siempre soñé estar desde niña. Años atrás, recorrí estas calles desde mi alcoba en un campo de mi isla. Isabel Allende fue mi guía turística en mis pasos primerizos, luego Neruda, le siguió Bombal... y así cada día me acerqué más hasta llegar donde estoy hoy: en pleno centro de Santiago.
Debo decir que el recibimiento fue excelente y todas las personas han sido muy cordiales conmigo: desde la atención del dueño del departamento hasta la espontaneidad de quienes me encuentro en el mercado. Tan sólo llevo dos días en esta tierra de grandes poetas y ya siento que tengo mucha vida en este pedazo de universo. Y es que a veces olvidamos que esta otra manera de hacer patria: borrando fronteras y cargando a la tierra nativa pedacitos de otras vidas, otros pechos, otros corazones, otros llamados ancestrales, otros rostros que sonríen, que lloran y claman con la misma voz... porque al fin y al cabo, somos uno.
Es precisamente esa comunión y solidaridad la que busco en Chile, y que sin darme cuenta ya la había encontrado. He aquí mi corazón entregado a esta nueva tierra que siempre fue la misma. He aquí mis pies descalzos caminando para hacer camino, porque no hay otro que el que hacemos a diario.
Es precisamente esa comunión y solidaridad la que busco en Chile, y que sin darme cuenta ya la había encontrado. He aquí mi corazón entregado a esta nueva tierra que siempre fue la misma. He aquí mis pies descalzos caminando para hacer camino, porque no hay otro que el que hacemos a diario.
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