La ‘crisis’ se ha vuelto el tema más común durante estos últimos días, meses y años. Tan es así que este año el Festival de la Palabra (celebración anual de la literatura puertorriqueña) se tituló “Escribir en tiempos de crisis”. Dicha tendencia a hablar de la situación política, educativa, cultural, social y económica de Puerto Rico me hace meditar en este discurso universal de “levantar un mejor país juntos” que tanto se ha propagado en los distintos ambientes académicos, artístico-culturales y sociales. Queda entonces la interrogativa de qué se está haciendo realmente por “levantar a Puerto Rico” a manos de estos grandiosos precursores de la ‘inminente mejoría’ que le pretenden inyectar a la isla.
Es común –y de eso he sido testigo- escuchar en micrófonos abiertos, actividades académicas, redes sociales y conversaciones diarias, constantes alusiones a este discurso y a las supuestas ‘iniciativas’ que se poseen. Y no quiero parecer pesimista, ¿pero acaso estamos siendo realmente consecuentes con nuestros discursos? Escuchar tanta poesía social, por utilizar un ejemplo, me hace pensar que esas mismas personas se tiran a la calle a protestar, participan de las asambleas de pueblo, crean movimientos activistas, hacen labor comunitaria, sirven de voluntarios en organizaciones sin fines de lucro… o, al menos, así considero que debería actuar una persona que predique el viciado discurso de “forjar un nuevo futuro para nuestro país”.
Lo triste del caso es que se está utilizando dicho discurso con el fin de adquirir simpatizantes y adelantar intereses propios. No en todos los casos, claro está; pero sí se puede percibir en una cantidad preocupante de artistas. Debemos, pues, remontarnos a los orígenes del arte y recordar que surge como una herramienta de denuncia social, pero es únicamente cuando está acompañado de obras que cobra validez e importancia. Se me hace imposible imaginar a un artista que realice obras de denuncia social y solo se ocupe de sus intereses personales, su bienestar económico y su reconocimiento en la sociedad. Dejemos ya este discurso intelectualoide y hagamos que nuestras obras hablen por sí solas. De seguro, si todos trascendiéramos nuestros discursos y pusiéramos manos a la obra, la ‘crisis’ mejoraría en gran manera. Ya basta de los malditos protagonismos, la prepotencia y el elitismo en los círculos artístico-culturales. Si quieres ser poeta, músico, pintor, escultor, haz poesía con tus manos en la calle para el pueblo.
Lo triste del caso es que se está utilizando dicho discurso con el fin de adquirir simpatizantes y adelantar intereses propios. No en todos los casos, claro está; pero sí se puede percibir en una cantidad preocupante de artistas. Debemos, pues, remontarnos a los orígenes del arte y recordar que surge como una herramienta de denuncia social, pero es únicamente cuando está acompañado de obras que cobra validez e importancia. Se me hace imposible imaginar a un artista que realice obras de denuncia social y solo se ocupe de sus intereses personales, su bienestar económico y su reconocimiento en la sociedad. Dejemos ya este discurso intelectualoide y hagamos que nuestras obras hablen por sí solas. De seguro, si todos trascendiéramos nuestros discursos y pusiéramos manos a la obra, la ‘crisis’ mejoraría en gran manera. Ya basta de los malditos protagonismos, la prepotencia y el elitismo en los círculos artístico-culturales. Si quieres ser poeta, músico, pintor, escultor, haz poesía con tus manos en la calle para el pueblo.
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