Cuando aprendí los colores, le aclaraba a mi madre: "mami, yo no soy trigueña, soy marrón", colocándome la crayola sobre el brazo. Y luego pensaba: "yo quiero ser negra de verdá", mientras observaba rostros de cubanas, africanas, dominicanas y boricuas "de verdá". Cuando iba a la playa, intentaba quemarme con el sol, pa ver si así llegaba a ser un poco más negra. Pero mi pelo lacio siempre me delató: Pocahontas, me decían para entonces. Algo dentro de mí estaba torcío. No quería elegir ser blanca cada vez que llenaba un documento oficial ni cuando saqué la licencia. ¿Por qué pa que me atendieran tenía que decir que era blanca? ¿Será que pa las negras no hay ná? ¿Por qué negra no y trigueña sí? ¿Por qué no podía ser africana y tenía que ser una indiecita estilo Pocahontas?
Luego aprendí que pa ser negra solo me hacía falta la voluntá, que pa ser negra solo me faltaba aceptarme a mí misma na má.
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