Hablando de paradojas de la vida, hay algo que me alegra, me entristece y me enoja al mismo tiempo. Para comenzar, la unión de lxs estudiantes de la Universidad de Puerto Rico nos está mostrando una vez más lo solidarios que podemos llegar a ser (entiéndase solidaridad en tanto se lucha por una misma causa) y que, en efecto, nuestra juventud está dispuesta a luchar. Me alegra muchísimo ver cómo se gesta el activismo entre los distintos recintos dispuestos a reclamar lo que deberíamos estar reclamando la ciudadanía entera. Ya no es solo el estigmatizado recinto de Río Piedras, sino que casi toda la institución entera se encuentra en paro. Y eso, mis compatriotas, es digno de admirar. Pero veamos un poco más allá del "simple paro"; esto no se puede considerar como algo mínimo, aunque para muchas personas así lo parezca. Para analizarlo,
Foto suministrada por Waldemiro Vélez |
considero necesario hacer una comparación con el sistema educativo de Chile y el movimiento estudiantil conocido como la "revolución pingüina". Dicha movilización estudiantil tuvo lugar en el año 2006 y, de una forma u otra, continúa hasta la actualidad. Calculemos: desde 2006 hasta 2016 van 10 años. ¡10 AÑOS DE LUCHA! ¿Qué han logrado lxs estudiantes chilenxs con tanta "gritería y pataleta"? Se han desarrollado cambios sustanciales en la calidad educativa, pases escolares, una gratuidad (aplicable a ciertos estudiantes), leyes que protegen a la comunidad universitaria, entre muchas otras cosas. Aún así, todavía les resta mucho camino por recorrer. No se han conformado con esto, sino que se han mantenido activos luchando por su derecho a la educación gratuita y de calidad.
Es preciso entonces que nos hagamos ciertos cuestionamientos tanto a nivel individual como colectivo: ¿cuál es nuestra reacción ante los paros? ¿Nos quejamos de que otra vez "los charlatanes" de la UPR quieren protestar de nuevo? ¿Nos quejamos por una huelga de 48 o 72 horas porque supuestamente "no tiene sentido" tirarse a la calle? Comparemos nuestra situación con la revolución pingüina. Pensemos en lo difícil que ha sido para la comunidad
universitaria chilena sostener una lucha de 10 años, en la cual muchas veces se han enfrentado a represión violenta y han tenido que interrumpir la enseñanza en las aulas para lograr una educación de calidad. ¿Acaso nos estamos dando cuenta de que estas protestas son importantes e imprescindibles? ¿Acaso nos estamos dando cuenta de que esto nos incumbe a toda la ciudadanía?
Foto suministrada por el Consejo General de Estudiantes Recinto de Río Piedras |
Aquí radica mi tristeza y mi enojo. A pesar de que no pertenezco a la UPR, me siento parte de ella porque son mi generación, mi país, mi educación, la formación de mi futura descendencia y, en general, el bienestar de mi país lo que está en juego. Es triste no poder estar ahí debido a que me encuentro fuera del país por razones de estudio y tengo que limitarme a expresar mi solidaridad con estas letras. Me llena los ojos de lágrimas el que todavía se tenga que luchar por esto y que al resto de los universitarios -pertenecientes a otras universidades- no les importe en lo absoluto. Me enfurece que todavía tengamos que abogar por derechos tan básicos como la educación de calidad porque el gobierno legisla a favor de las grandes compañías, los bonistas e inversionistas, mientras le recorta los servicios públicos a la clase trabajadora. Me irrita que el
resto siga su camino y no se detenga a pensar que la UPR es parte esencial de nuestro futuro como país. LA UPR NECESITA NUESTRO APOYO. Hoy la comunidad universitaria está abogando por el pueblo entero, no solo por ellos. No se trata solo de un recorte en el presupuesto y que no importa porque aún le quedan unos milloncitos que administrar. El problema aquí es la dejadez del pueblo porque de a poco se están quedando con el país y dejándonos en la miseria. ¡DESPERTEMOS DE LA INDIFERENCIA! ¿Cuántas veces más habrá que repetir que el poder está en las manos del pueblo? No sigamos desestimando estas luchas porque precisamente ahí radica su ineficiencia. Los buitres del capitolio saben que ni siquiera este país cree en sí mismo. Y si no creemos en nosotros mismos, nadie creerá en nosotros.
Foto suministrada por Pulso Estudiantil |
Hago un llamado a la protesta, a la defensa de nuestros derechos frente a los corruptos de siempre que nos han dejado en ascuas obligando a una gran mayoría a irse del país y a darse por vencido. Insto a mi pueblo a un paro nacional, a uno que en realidad asistamos todos porque el bienestar del pueblo es más importante que los bolsillos de los millonarios que nos siguen aplastando y quitándole el futuro a nuestros niños. No es momento de echar culpas a NADIE. Ya basta de niñerías: el país se nos cae encima mientras nos escupimos las caras buscando culpabilidades. ¿Qué estás esperando para tirarte a la calle? ¿O acaso te crees que un país se construye solo? Piénsalo bien antes de conformarte porque si no nos unimos todos terminaremos pagando las consecuencias, incluyéndote a TI y a TU FAMILIA.
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